El poder de la inteligencia artificial y las redes sociales en la democracia: un análisis a partir del caso argentino
En el contexto de la política argentina, la influencia de la inteligencia artificial (IA) y las redes sociales ha cobrado una relevancia sin precedentes, poniéndose de manifiesto desde la campaña electoral del 2023. IA Generativa, permeabilidad y penetración en redes sociales a las que la clase política -la casta- no vio a tiempo; segmentación y capilaridad; injerencia de trolls y consolidación de discursos digitales profundamente arraigados en la voluntad popular. Hoy, 2024, el debate en torno a las granjas de trolls (ya un clásico en la era Macri), es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede ser utilizada para concentrar el poder y manipular la opinión pública.
En la actualidad, frente a la reorganización de la -nuevamente- SIDE (Secretaría de Inteligencia) toma estado público los riesgos que pueda tener el potencial control de un “ejército de trolls” que actúa para moldear la percepción pública a través de las redes sociales. Este fenómeno no es exclusivo de Argentina: en los últimos años, desde los procesos electorales envueltos en el escándalo de Cambridge Analítica a la fecha, la injerencia de las redes sociales, el uso de datos y la promoción de discursos digitales, son una constante en elecciones. Pero en un país con instituciones frágiles y un sistema político polarizado, las implicancias de este tipo de manipulación tecnológica son profundas y preocupantes.
La IA y las redes sociales: herramientas de manipulación política
El uso de la IA para influir en la política no es nuevo, pero su adopción masiva y su sofisticación creciente han amplificado sus efectos. En Argentina, donde las redes sociales juegan un papel crucial en la comunicación política, la capacidad de manipular la opinión pública a través de algoritmos y campañas dirigidas es una herramienta poderosa para aquellos que buscan influir en la disputa del poder.
Según un informe de “Brookings Institution”, los algoritmos de IA permiten a los operadores políticos analizar grandes cantidades de datos y personalizar mensajes para distintos segmentos del electorado. Esto puede ser utilizado para movilizar a la base, desinformar a los opositores, o sembrar discordia entre los votantes indecisos. En el caso argentino actual, se puede inferir que la supuesta operación de trolls no solo distorsiona la conversación pública, sino que también mina la confianza en las instituciones democráticas que se encuentran en un piso de credibilidad muy bajo.
La IA permite que estos trolls, además de difundir información falsa, también se adapten rápidamente a las reacciones del público, creando un ciclo de manipulación que es difícil de romper. El “Center for Strategic and International Studies” ha advertido que estas tácticas están diseñadas para explotar las divisiones sociales, polarizando aún más a la población y debilitando la cohesión social. En una democracia como la argentina, que ya enfrenta desafíos significativos, estas prácticas pueden tener consecuencias devastadoras.
La reestructuración de las instituciones: transparencia bajo amenaza
La reestructuración de la SIDE plantea serias preocupaciones sobre la transparencia y la concentración de poder en Argentina. La SIDE, históricamente envuelta en escándalos de espionaje y abusos de poder, está en el centro de la capacidad del Estado para monitorear y gestionar la información sensible. En este sentido, la SIDE podría convertirse en un instrumento para consolidar poder y contrarrestar a los críticos.
La combinación de la reestructuración de la SIDE con el uso de tecnología avanzada como la IA para manipular la opinión pública crea un escenario en el que la democracia argentina podría ser secuestrada por intereses particulares. Un artículo de la Universidad de Buenos Aires alerta sobre el riesgo de que estas tecnologías sean utilizadas para reforzar las desigualdades existentes, excluyendo a ciertos grupos de la toma de decisiones y perpetuando la desigualdad en el acceso a la información y el poder.
Desafíos éticos y regulatorios
El caso de Argentina, la recargada SIDE, el uso de la IA y las redes sociales en política también pone de relieve la necesidad urgente de establecer marcos éticos y regulatorios. La recopilación masiva de datos personales y su uso para influir en el comportamiento de los votantes plantea serias preguntas sobre la privacidad y la transparencia en la democracia.
La privacidad de los datos es una de las preocupaciones centrales en este nuevo entorno político. Los algoritmos de IA se alimentan de grandes volúmenes de datos, muchos de los cuales se obtienen sin el consentimiento explícito de los ciudadanos. En un país donde la protección de datos personales es aún débil, la capacidad de la IA para procesar y utilizar esta información para fines políticos representa una amenaza significativa.
Además, la falta de transparencia en la toma de decisiones impulsada por IA es otro desafío crítico. Los ciudadanos tienen derecho a saber cómo se toman las decisiones que afectan sus vidas y su participación en la democracia. Sin embargo, los algoritmos operan a menudo como “cajas negras”, donde las decisiones son el resultado de procesos opacos que no pueden ser fácilmente auditados o comprendidos por el público.
El informe de The Brookings Institution sugiere que, para preservar la integridad democrática, es esencial desarrollar regulaciones que garanticen la transparencia en el uso de IA en la política. Esto incluye la obligación de las campañas políticas de revelar cuándo y cómo están utilizando IA para influir en la opinión pública, así como garantizar que los algoritmos utilizados no perpetúen sesgos o discriminación.
La democracia en la era digital: reflexiones finales
La situación política actual en Argentina es un reflejo de las tensiones globales entre el avance tecnológico y la preservación de los principios democráticos. La inteligencia artificial y las redes sociales tienen el potencial de transformar la política de manera positiva, permitiendo una comunicación más efectiva y una mayor participación ciudadana. Sin embargo, si se utilizan sin el debido control y responsabilidad, estas tecnologías pueden convertirse en herramientas de manipulación y concentración de poder.
Argentina se encuentra en un punto de inflexión. La tecnología puede ser utilizada para reforzar la democracia, promoviendo la transparencia y la participación inclusiva. Pero para que esto sea posible, es necesario establecer marcos claros que regulen el uso de la IA y protejan la privacidad y los derechos de los ciudadanos.
El desafío para Argentina, y para todas las democracias, es encontrar un equilibrio entre la innovación tecnológica y la protección de los valores democráticos. La historia reciente del país muestra que, sin una supervisión adecuada, la tecnología puede ser utilizada para subvertir la democracia en lugar de fortalecerla. A medida que la IA se convierte en una parte integral de la política, es esencial que los líderes políticos, las instituciones y la sociedad civil trabajen juntos para garantizar que su uso se alinee con los principios de justicia, equidad y transparencia. Solo a través de un enfoque ético y regulado podemos asegurar que la tecnología sirva para fortalecer, y no debilitar, la democracia argentina.